ERNESTO CAROZZO ARREGUI
CERÚLEO
Fotografías de Ernesto Carozzo
¿De dónde surge esa visión azul cerúleo de las piscinas portátiles en las calles vacías y grises de un barrio popular en Lima? A diferencia de sus series iniciales sobre la playa limeña y sus horizontes (Costa Verde, 2009), en las que la mirada de Ernesto Carozzo se concentraba en la gestualidad de las personas y en la pose individual, si hay algo que está acentuado en esta nueva serie, es el vacío del entorno urbano a través de la piscina como centro de sensaciones y contrastes formales.
En medio del hábitat venido a menos de un barrio pobre del puerto, esas piscinas portátiles de plástico parecen un comentario cromático que sin querer devela precariedades o, si se prefiere, pone en evidencia las aspiraciones colectivas en los usos de la calle y sus edificaciones. Al igual que en tantas otras ciudades y barrios sin servicios ni espacios públicos de recreación, las formas de disfrute de la población surgen de manera libre y espontánea, creando las redes de convivencia y felicidad colectiva que expresan una perspectiva directamente desde la calle. Barrios enteros del puerto en donde fueron tomadas estas fotos, y que viven diariamente volcados a la calle y hacen del espacio público el verdadero tejido de sus intercambios, encontraron en los veranos más calientes la manera de reencontrarse familiarmente en estas alegres piscinas dispuestas en la vía pública.
El color como vehículo de la sensibilidad, e incluso de lo sagrado, posee también del mismo modo una dimensión moral y social inevitable. Así, estas piscinas y sus usos públicos fueron varias veces denunciados y perseguidos legalmente por las autoridades, y de este modo sus imágenes se reprodujeron en la prensa y noticieros como algo indeseable y desordenado. El azul cerúleo (etimológicamente, el profundo azul del cielo) posee en estas tomas el color de una redención adelantada aquí en la tierra y en sus metros cúbicos de piscina una utopía breve y al alcance del barrio. Lejos de legitimar su alegre uso público, el hecho de que estas calles y sus piscinas estén a tan sólo metros de la orilla de un mar contaminado y sin playas no aptas para bañarse, constituyen un dato que, a pesar de las necesidades, no llega a liberar a sus usuarios del estigma de un ejercicio popular mal visto, y directamente prohibido, en el estrecho margen de ciudadanía del Perú.
Pero al despojar a estas piscinas de gente, Carozzo esquiva ese estigma, las convierte en abstracción y en geometría, y vuelve a centrar la mirada en el espacio y sus formas. Ese gesto, que uno diría casi objetivista, de retratar estas piscinas desprovistas totalmente de personas, produce una pausa en la percepción que solemos tener de las piscinas como objetos en pleno uso y descubre y propone una renovada relación entre las formas arquitectónicas que le son vecinas.
De esta manera, la presencia de las piscinas vacías funciona aquí como un elemento adicional del diseño urbano y de las formas cotidianas que pasan usualmente inadvertidas. Así el artista produce en la piscina vacía una suerte de catalizador de la imagen súbita de los perfiles y formas de la autoconstrucción popular, lo mismo que de los ritmos de la geometría de la calle y su ornamento desconocido, en el que es precisamente el vacío eso que hace resurgir la línea heterogénea de un mundo vital y visual que permanece diariamente inédito y desapercibido en su uso.
Frente a ese mundo de formas en emergencia puestas en evidencia, el azul plástico de la piscina redimensiona adicionalmente de manera parecida la paleta de color oculta en las calles vacías, y resitúa novedosamente sus colores bajo el cielo tradicionalmente opaco, estéril y sin sombras de las calles de los barrios de la polvorienta costa peruana. El retrato frontal que realiza Carozzo de todos estos detalles parecen abrir la tentación de un registro de estas nuevas relaciones de forma y de color casi ocultas, como alguien que narrara hechos no tomados en cuenta o que pasaran simplemente desapercibidos hasta que los detiene el ojo fotográfico. Forma y color que recrean finalmente una abstracción, una relación en el espacio, reformulando de manera sutil y precisa la mirada sobre la calle y sus objetos.
El retrato de formas libres, finalmente, ausentes de la propia ciudadanía que les dio el contorno, el uso y el anhelo colectivo, como si fueran deseos incompletos que la imagen detenida pusiera una vez más en evidencia.
Rodrigo Quijano